Hábito y Vida Feliz

La Sucesión de Malos Hábitos es el Camino Más Efectivo Hacia una Vida Infeliz.

Duermo mal, como mal;

Como mal, me encuentro mal;

Me encuentro mal, trabajo mal;

Trabajo mal, doy un mal servicio;

Doy un mal servicio, hago sentir mal a otra persona;

De modo que, esa persona …

Se siente mal, come mal;

Come mal, duerme mal;

Duerme mal, come peor;

Come peor, se siente peor;

Se siente peor, trabaja mal;

Trabaja mal, da un mal servicio;

Da un mal servicio, hace sentir mal a otra persona.

Este fenómeno podría multiplicarse por el número de individuos que habitan nuestro planeta, creando así un mundo triste e infeliz, más aún del que ya tenemos.

Rompamos la cadena y sumemos armonía a la relación que tenemos con nosotros y con todo aquel que nos acompaña.

 

EL HÁBITO ES UN MEDIO

Vemos al comienzo de este artículo, cómo un solo cambio, como por ejemplo podría ser el alimentarnos de manera saludable evitando comer cantidades ingentes de comida, podría cambiar el mundo que habitamos.

Pero el mero hecho de eliminar un comportamiento tan automatizado que por lo general nos reporta placer, se siente como algo violento e imposible a realizar.

Y es que muchas veces nos llegamos a identificar con nuestros hábitos, como si éstos fueran un fin en sí mismos, siendo por el contrario, un medio para alcanzar algo más grande y valioso. 

 

COMIENZA CAMBIANDO ALGO SIMPLE

Pondré como ejemplo el cambio de hábitos alimenticios, dado que hoy en día la comida puede convertirse en la adicción numero uno para muchas personas, perjudicando esto a todos y cada uno de los ámbitos de su vida.

Cuando comer pasa a ser una adicción, solemos fracasar a la hora de seguir cualquier tipo de dieta, pues la manera en que se plantean estos métodos “infalibles” no se adapta a nuestra realidad diaria y emocional ni de lejos.

Por ello, me pregunto:

¿Por qué no ir más despacio? ¿Qué prisa tenemos? Y, lo más importante, ¿Para qué queremos cambiar nuestra alimentación? 

 

¿PARA QUÉ CAMBIAR UN HÁBITO?

Si el único objetivo es verte más bonita, quizá deberías invertir ese tiempo y energía en trabajar tu amor propio y aceptación de ti misma tal y como eres, para así después, si lo consideras necesario comenzar a trabajar con tu dieta.

Si el motivo es gozar de buena salud y energía, quizá puedas tomarte más tiempo e ir incorporando lentamente nuevas  costumbres sencillas con respecto a tu alimentación, hasta hacer de tu hábito de comer mejor una realidad diaria contra la que no tengas que luchar.

Puedes comenzar cambiando el plato en el que comes por otro más pequeño, por ejemplo, y de esta manera acostumbrar a tu cuerpo a comer una cantidad más razonable de comida de forma regular.

También puedes elegir no restringir ciertos alimentos y simplemente añadir otros saludables a tu plato. Puede que un día te sorprendas a ti mismo poniendo en tu bandeja de comida esa fruta que sueles tomar de postre, olvidándote de la onza de chocolate que la solía acompañar.

Si escogemos otro hábito diferente como levantarte más temprano, no programes tu despertador a las 5 am de forma repentina si normalmente te despiertas a las 9 am. Hazlo de manera progresiva adelantando tu alarma 15 o 30 minutos cada semana.

Experimenta contigo mismo. Ponte a prueba.

Siempre puedes dejar ese nuevo hábito que intentas implantar para más adelante si no te sientes cómodo o preparado para ello en ese momento. Quizá sea bueno que lo repienses y lo adaptes a tu presente de un modo realista.

Tu cuerpo necesita tiempo para adaptarse. Hazle caso, pero sin dejar que su tendencia a dejarse llevar por lo que ya conoce te domine. 

 

A MI TAMBIÉN ME CUESTA

A mi me cuesta horrores cambiar hábitos, pues en mi vida cotidiana soy animal de costumbres.

Es por eso que quiero invitarte a unirte a mi reto personal de modificar un solo hábito que creas podría generar un cambio beneficioso en tu vida.

Éste podría ser: comer mejor y con conciencia; dormir un número de horas que te hagan sentir bien cada mañana; incorporar una pequeña rutina de ejercicio; o despertarte temprano para alargar más tú día y disfrutar de ese silencio y calma que se respiran antes de que el resto del mundo despierta.

Ha de ser un cambio que consideres simple y que no requiera una gran exigencia o, no nos engañemos: ni tú ni yo seremos capaces de mantenerlo en el tiempo.

Dice Charles Duhigg en su libro El Poder de los Hábitos, que cuando queremos incorporar más de un hábito en nuestra rutina diaria, éstos no se deben implementar a la vez si queremos que el cambio sea sostenible.

De esta forma, deberemos escoger un solo hábito, comprometernos con él y esperar a ver qué pasa.

Así, seguramente, nos daremos cuenta de que el resto de nuevos hábitos deseados pueden irse incorporando por su cuenta de manera automática como consecuencia directa de la adquisición de ese primer hábito esencial.

Esto es algo que estoy comenzando a experimentar por mí misma:

Hace unos días decidí comenzar mis mañanas con un simple té con leche vegetal, ya que en realidad mi cuerpo suele rechazar cualquier alimento sólido nada más despertar. El Hábito y La Excelencia: son dos cosas que van unidas para mejorar tu día a día.

Llevo solamente unos días practicando este nuevo hábito y está siendo increíble ver cómo ha crecido mi fuerza de voluntad a la hora de realizar otros cambios que considero necesarios en mi vida. Cambios que estoy introduciendo de manera mucho más fluida en mí día a día.

De esta manera, no solamente he comenzado a educar a mi mente en el hábito de no comer por mero placer cuando el cuerpo no me lo pide, sino que también estoy comenzando “mágicamente” a hacer ejercicio cada mañana y estructurar mejor mis días. Esto me empodera y me hace tomar mejores decisiones, así que por el momento, todo son beneficios.

Mejorémonos para mejorar el mundo. ¿Te unes a este reto de El Hábito y La Excelencia? 

 

HÁBITO, EXCELENCIA Y AMOR 

Aristóteles  ya lo decía: “somos lo que repetidamente hacemos. La excelencia no es un acto, sino un hábito.”

La adquisición de buenos hábitos con conciencia, es indispensable para desarrollar una actitud amable hacia nosotros mismos y hacia los demás.

Una amabilidad que no parte del esfuerzo, sino del “automatismo” o costumbre de amarme a mí, amarte a ti y amar al otro.

Por ello, queriendo ir un poco más allá, me pregunto:

¿Qué tal si comenzamos a tratarnos los unos a los otros desde la excelencia, dejando a un lado la crítica, el mal gesto y la competitividad?

¿Y si hiciéramos del amar al conocido y desconocido un hábito siendo así algo que no tuviéramos que pensar, sino que sentir sin más?

Creo que automatizar acciones con objetivos buenos, claros y beneficiosos para mí y para quienes me rodean, lejos de robotizarnos, hace de la excelencia nuestro punto de partida en la vida.

Practiquemos, pues, la excelencia y sembremos el hábito de amar en el mundo.

¿Empezamos?