El Dolor Nunca es Bien Recibido

El dolor es ese visitante que sin caernos bien, de tanto en tanto debemos hospedar. 

Al que, como buenos anfitriones que somos, y por educación, no podemos recibir de cualquier manera.

Al tratarse, éste, de un huésped de talante cordial, nunca viene con las manos vacías, y suele obsequiarnos cada vez que nos visita con su mejor presente: una buena cesta de rabia y tristeza. 

Seguro que ahora te suena haber recibido su visitas muchas veces.

No es de buen convidante rechazar aquello que nuestro invitado nos ofrece con sus mejores intenciones, así que aquí te propongo un modo de recibir este regalo: abrazándolo y tratándolo como se merece.


La clave para trascender la profunda tristeza y la rabia desmedida es permitirte llorarlas, y gritarlas sin dejar que tu mente comience a suponer o hacer preguntas.

 
Siente sin pensar, observa tu pesar y ten la certeza de que él no eres tú. Como te digo, «simplemente» déjate llevar y SIENTE. Siente a lo bestia. 

Grita en tu coche o en el campo, pega a tus cojines o a tu colchón. Luego llora. Tírate por el suelo. Babea y moquea. Porque, joder, ¡te duele a morir!

Ahora ponte el pijama, lávate la cara, respira, métete en la cama y duerme.

Solo así, dejando a tu desesperación pasar por tu cuerpo, entenderás que el dolor, es solo un visitante, y que como tal, así como vino, también se irá. 

Y si su estancia en tu casa se te hace demasiado larga y angustiosa, te ayudo para que ésta sea mas llevadera.